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Foto del escritorErick Mendoza

La Literatura y Los Abogados.


Los libros y el conocimiento son las herramientas más poderosas que existen. Durante la etapa de la historia de la humanidad conocida como el Oscurantismo, el conocimiento almacenado principalmente en manuscritos antiguos, se encontraba fuera del conocimiento de la gran mayoría de la población. La Iglesia de forma deliberada mantenía el monopolio del conocimiento oculto en los grandes monasterios y ordenaba la destrucción de cualquier documento que contraviniera su doctrina y amenazaba con la hoguera con intelectuales que se controviertan sus credos.


Afortunadamente esta etapa de la humanidad fue superada, se inventó la imprenta y se facilitó la producción en más de obras literarias y bibliográficas. Los libros se convirtieron entonces en la principal herramienta para la difusión masiva del conocimiento. La obra escrita era y sigue siendo la principal herramienta para dar a conocer teorías, credos e ideas, para bien o para mal.


Como ejemplo de lo anterior, se cita la obra “Mein Kamf” de Adolfo Hitler, que fue distribuida de forma masiva entre la sociedad alemana en el primer tercio del siglo XX y sirvió para llevar a todos los rincones de Alemania, el credo de odio y antisemitismo de su autor, poniendo en grave riesgo la paz del mundo entero. Actualmente, dicha obra se encuentra prohibida en muchos países del mundo y su sola posesión puede ser penada con prisión.


Dicho lo anterior, resulta importante realizar un análisis de algunas obras literarias donde se describen a los abogados para detectar al espejo de la narración, la condición social de la práctica profesional y la influencia que esto generaba en los lectores de las diferentes épocas históricas.


La Divina Comedia

La obra de Dante Alighieri, concluida en 1321, es el máximo referente de la literatura italiana y de la Edad Media, marcando el inicio de la literatura vernácula en Europa.


La obra inicia en el Viernes Santo de 1300, Dante se encuentra perdido en una selva obscura y en allí donde se encuentra a Virgilio, quien sería su guía por el limbo, el infierno y hasta las puertas del paraíso.


Dante describe en esta magistral obra, que el infierno se encuentra dividido en nueve círculos, donde las almas pagan internamente los pecados cometidos en vida. Entre más se avanza entre los círculos del infierno, más severos son los castigos perpetuos.


Encontramos los primeros círculos del infierno de Dante los que sucumbieron a los amores prohibidos, los que han pecado de glotonería, avaricia, ira y cólera, quienes reciben los menores castigos.


A partir del séptimo infierno, empiezan los verdaderos tormentos: asesinos, suicidas, blasfemos y pervertidos purgan sus pegados aquí. Peor suerte corren los impostores, brujos, quienes cometieron alta traición y los espías que se encuentran en el centro del infierno, morada de Lucifer. Es en este punto, donde encuentra a Casio y a Bruto, cónsul y políticos romanos sucesivamente. Así como a los asesinos de Cesar y a Judas traidor de Jesucristo.


Dante no dudo ni un poco en mandar a abogados y jueces al infierno, y si bien les fue al purgatorio. El autor relata su encuentro con el juez Nino Visconti en el ante purgatorio y con su esposa condenada eternamente a pagar por sus pecados de lujuria.


Esta obra sin duda alguna, fue el referente cultural de su época. A través de ella los lectores tuvieron y tienen la posibilidad de conocer a los grandes personajes mitológicos e históricos. Quien hubiera leído la obra, habría sido conducido por Dante a través de la cultura.


Debido a la importancia cultural que representa la obra de Dante, constituye un clásico de lectura obligada y en sus páginas se encontraran referencias históricas muy importantes. Derivado de su gran distribución y el hecho que el autor hablara de los abogados como merecedores de los peores castigos en el infierno, se concluye que las personas que lo hayan leído tendrán esta idea, vaga quizá, pero negativa.


Los Viajes de Gulliver.

Más que escribir una novela, Jonathan Swift realiza en su obra una dura sátira política y social. En los Viajes de Gulliver, relata los cuatro viajes por mar realizados por Lemuel Gulliver.


Durante el tercer viaje, Gulliver llega a una tierra habitada por houyhnhnms, una especie de caballos racionales, tan nobles y virtuosos que les cuesta comprender los relatos de Gulliver sobre las guerras de su país, las mentiras de los políticos y la corrupción de los picapleitos, pues carecen de las categorías adecuadas para comprender la maldad.[1]


Lemuel, al explicarle al soberano de aquellas tierras, el significado de la ley, realiza una muy fuerte crítica a los abogados ingleses de su época: “le dije que entre nosotros existe una sociedad de hombres educados desde su juventud en el arte de probar con múltiples palabras y sutilezas, que lo blanco es negro, y lo negro es blanco, según hayan sido pagados”.[2]


Los acusa, además, de haber sido educados en la falsedad, de tal forma, que son muy cautelosos cuando defienden la verdad para no perder el prestigio ante sus compañeros si defienden una causa justa.


Al respecto de los jueces, Gulliver relata lo siguiente: “Ahora bien, su señoría deberá saber que estos jueces son las personas designadas para decidir en toda clase de litigios sobre propiedad, así como para entender en todas las acusaciones criminales, y que se les elige de entre los abogados más hábiles, que se han hecho viejos y perezosos; y como durante toda su vida han tenido la inclinación a ir en contra de la verdad y la equidad, vienen a ser para ellos tan necesarios favorecer el fraude, el perjurio y la humillación…”.[3]


Y si esto no fuere crítica suficiente, Gulliver al referirse a los abogados en general como personas, asevera: “aseguré a su señoría que, en todos los asuntos ajenos a su oficio, eran por lo general el linaje más ignorante y estúpido; los más despreciables en sus conversaciones corrientes, enemigos declarados de la ciencia y del estudio y siempre tendiendo a pervertir las mentes humanas para todo aquello que requiere del sano razonamiento, y de la misma manera dentro de su propia profesión.”[4]


Oliver Twist.

Charles Dickens trabajó en un despacho de abogados y su padre estuvo preso por deudas. El señor Fang de la obra Oliver Twist, representa el modelo autoritario y malhumorado de administrar justicia.


En los “Papeles póstumos del Club Pickwick” describe como los abogados ven el aspecto, pero de la naturaleza humana: contiendas, rencores, perversas inclinaciones hipocresías, fraudes y perversiones. Por eso, los abogados como colectividad son suspicaces, desconfiados y cautos en demasía. También describe Dickens las tretas de muchos abogados para conquistarse al jurado y las concepciones maniqueas en las que fácilmente caen al destacar la bondad de sus clientes y la monstruosidad de sus contrarios.[5]


Alicia en el País de las Maravillas.

Lewis Carroll, describe en su obra Alicia en el País de las Maravillas, un mundo absurdo lleno de injusticias y autoritarismo. En la última parte de su obra, describe una Corte, con todos sus elementos: un juez, quien resulta ser el rey, un jurado, quienes son criaturas sin sentido común, testigos y elementos probatorios que carecen de sentido alguno.


A todas luces se aprecia el autoritarismo cuando se trata de expulsar de la sala Alicia por su exagerada estatura, pues comenzaba a crecer en pleno juicio, con fundamento en un artículo que el propio Rey recién había adicionado a la ley. A lo cual Alicia objeta: “Bueno, de todas formas, no me iré. Eso no está previsto en la ley. Su majestad acaba de inventar ese artículo ahora mismo”.[6]


Ante la prueba más convincente según el rey, Alicia exclama: “Si alguno de los miembros del jurado puede explicar el significado de esa poesía, yo le daré un premio. No creo que esa poseía tenga el menor átomo de significado”[7].


En esta escena, se dicta sentencia inclusive antes de la deliberación del jurado por así ordenarlo la Reyna.


Resulta curioso, que los hechos narrados por Carroll en una obra de ficción, existan en la vida real en pleno siglo XXI.


Canto General

Pablo Neruda, nos regala en su Canto General, múltiples referencias hacia la corrupción de jueces y abogados. Nos muestra el despotismo norteamericano y el sometimiento de América Latina a su merced, donde sin duda alguna intervinieron los abogados. Prueba de ellos está el siguiente extracto:


“Cuando llegan de Nueva York las avanzadas imperiales… se adelanta un enano oscuro, con una sonrisa amarilla, y aconseja, con suavidad, a los invasores recientes: No es necesario pagar tanto a estos nativos, sería torpe, señores, elevar estos salarios. No conviene. Estos rotos, estos cholitos no sabrán sino embriagarse con tanta plata. No, por Dios. Son primitivos, poco más que bestias, los conozco mucho. No varan a pagarles tanto.”


¿Quién será este enano oscuro?, sin duda un abogado con poca profesión al cual Neruda llama “fermento de detritus”.


Y continúa describiendo al mismo abogado: “Él sabe quién es sobornable. Él sabe quién es sobornado. Él lame, unta, condecora, halaga, sonríe, amenaza”, dice refiriéndose a los abogados del dólar.


Y agrega: “Lo encontrarías… donde huele a riqueza, sube los montes, cruza los abismos con las recetas de su código para robar la tierra nuestra. Lo hallareis … encarcelando a nuestro hermano, acusando a su compatriota, despojando peones, abriendo puerta de jueces y hacendados, comprando la prensa, dirigiendo la policía, el palo, el rifle contra su familia olvidada”.


Estos son solo unos ejemplos literarios en los que se muestra de forma cruda, la idiosincracia de la época relativa a la profesión legal. En Europa, tierra de la mayoría de las obras citadas, la profesión legal ya no es la misma que hace algunos siglos. La sociedad en general no se quedó de brazos cruzados y el día de hoy es una de las profesiones más prestigiosas y reconocidas.


¿En México cuando se actuará? No podemos seguir hablado de fortalecer el Estado de Derecho, sin incluir en ello una adecuada regulación y atención en la formación de las futuras generaciones de abogados mexicanos.


 

[1]Schwanitz, Dietrich, La cultura, todo lo que hay que saber, 1era., ed., Punto de Lectura, Santillana Ediciones Generales, México, 2013, p. 333.

[2]Swift, Jonathan, Viajes de Gulliver, 1era ed. Sepan Cuantos., México, Porrúa, 1971, p. 216.

[3]Ídem.

[4]Ibídem, p. 217.

[5]De La Torre Díaz, Francisco Javier, Etica y Deontologia Juridica, Madrid, Dykingson, 2000, p. 38.

[6]Carroll, Lewis, Alicia en el país de las maravillas, 1era., ed., Porrúa, México, 2010, p. 112.

[7]Ibídem, p. 115.

[8]De la Torres Díaz, op. cit., p. 39.

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